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jueves, 23 de abril de 2009

LOS MATONES DE LA POLICIA EN COSLADA

La chulería, prepotencia e incluso el estilo barriobajero y matón de determinados policías, raya ya en lo intolerable.

Seguramente conocereis lo ocurrido en la comisaría de Coslada ( Madrid) y el que el "sheriff" de la misma ya está en libertad bajo fianza.¿ Donde está la justicia?.

Os adjuntamos un enlace para ver un vídeo, donde se demuestra la chulería de estos "supuestos agentes del orden".

Existen cientos de ellos en la red. Buscarlos y vereis al servicio de qué y de quiénes estan estos personajes.

miércoles, 15 de abril de 2009

¡ CON EL PAGO DE LA DEUDA HISTÓRICA A LOS ANDALUCES, NUEVAMENTE, NOS TOMAN EL PELO!


En la disposición adicional segunda del Estatuto de Carmona de 1981 se estableció que el Estado debía compensar económicamente a Andalucía dadas sus circunstancias socioeconómicas, reconociéndose la existencia de unos niveles de desarrollo muy inferiores a la media del Estado español. Durante veintisiete años, todos los gobiernos que han pasado por Madrid (PSOE y PP) han hecho oídos sordos a este mandato. Así, por poner algunos ejemplos, hoy, los índices comparativos nos muestran unas diferencias notables entre comunidades en relación con los servicios prestados en materia sanitaria o educativa. Por poner un ejemplo, nuestra tasa de paro duplica la media española. Hoy Andalucía continúa en el mismo lugar de la tabla comparativa de índices que a la finalización de la dictadura. Y, ahora, pretenden poner fin a esta infamia con una cantidad inferior a la que otros territorios del Estado han rechazado “por no ser mínimamente digna”.

Tras la Deuda se halla la Historia Andaluza, de ella extrae legitimidad y en ella también se encuentra la explicación de su frustración y el reciente aborto. Aunque podemos y deberíamos retrotraernos más en el pasado, nos quedaremos en los siglos XIX y XX, cuando a Andalucía se le añade a la subordinación, el papel de subdesarrollo en el conjunto del Estado. Mientras que Cataluña y País Vasco acceden, a la revolución industrial en Andalucía es abortada desde el centralismo de Madrid, al imponerse los criterios de las grandes explotaciones latifundistas cuyos representantes, mucha de las veces, controlan el gobierno estatal. En Andalucía, la miseria representada por el jornalero, mano de obra barata, se traducía en altos índices de analfabetismo, malnutrición y mortandad, lo que facilitó el desarrollo ajeno, al generarse una masiva emigración de más de dos millones y medio de andaluces, reportadora de suculentas remesas en divisas.

El 4 de Diciembre de 1977 y el 28 de Febrero de 1980 constituyeron dos momentos cumbres de la lucha del Pueblo Andaluz por su dignidad. La cultura andaluza y su conocimiento histórico, a pesar del analfabetismo, son los pilares en los que el maltratado pueblo andaluz se asienta para pedir lo que le corresponde; negarán la realidad pero los andaluces la conocemos y la vivimos. Estas multitudinarias manifestaciones pacíficas trajeron para Andalucía una autonomía al máximo nivel competencial permitido en el marco estatal, que facilitó el que las otras comunidades vieran como obvio que Andalucía necesitaba una aportación anual adicional, con el fin de lograr la convergencia con el resto de territorios del Estado.

Recientemente, nuestros representantes, han llegado a un acuerdo con el Gobierno de España y han colocado, en un tétrico supermercado de la dignidad, a la deuda histórica, precio: 1.204,41 millones de euros, cuando en las mismas fechas Zapatero otorgaba 4.800 millones de Euros a Cataluña. Los representantes del Pueblo Andaluz se han atrevido a valorar cientos de años de humillación, han convertido en euros el sudor de los jornaleros, la desesperación de las madres ante la pobreza, los siglos de explotación social, de aculturación, el expolio de nuestras riquezas, las plusvalías de los emigrantes, los beneficios enajenados por empresas foráneas gracias a unos salarios de miseria, la utilización de la cultura popular andaluza como fomento del turismo, la destrucción de nuestros ecosistemas, el establecimiento de bases militares, la utilización de nuestro territorio como cementerio nuclear… Para ellos, es necesario volverlo a decir, nuestra dignidad no vale más de 1.204,41 millones, cantidad ridícula y averganzante, de la cual aún no se ha aclarado si se pagará en metálico o en especies. y como siempre, todo a espaldas del pueblo andaluz, al que se nos asigna el papel de espectadores de nuestra propia Historia (una vez más) y por supuesto, sin pedirnos perdón.

Para más infamia, un importante sector de la prensa, y de la clase política manipulando la realidad, está provocando que otras Autonomías vean en este pago un “regalo” de Zapatero. Ahora además de pobres y analfabetos, nos llamarán pedigüeños.

Consideramos que es responsabilidad de los andaluces transmitir a las nuevas generaciones la verdadera historia de este pueblo, la que no aparece en nuestros libros de texto, e involucrarnos activamente en la recuperación de nuestra dignidad. Es el momento de que los andaluces “volvamos a ser lo que fuimos”, y recordemos y difundamos nuestro presente y nuestro pasado, desde el orgullo de ser andaluz. La deuda es histórica, es moral, y es humana, por su reconocimiento seguiremos luchando, y no se puede compensar con 1200 millones de Euros. Para los políticos al uso, todo ha acabado, para nosotros, como pueblo andaluz, la lucha continúa.

Los abajo firmantes "Andaluces" consideramos que la deuda histórica no estará pagada hasta que Andalucía sea compensada por los cientos de años en que ha sufrido discriminación económica, menosprecio de su identidad cultural y usurpación de sus derechos políticos y de su patrimonio cultural y ecológico. No estará pagada hasta que todos los andaluces accedamos en igualdad a unos niveles dignos en materia social, educativa y económica. Esos niveles que ya disfrutan algunas de las comunidades Estado Español: las mismas que se han visto beneficiadas por la subordinación de Andalucía.

lunes, 13 de abril de 2009

ANTE LA CRISIS: TERCERA REPÚBLICA ¡¡ YA !!




Os adjuntamos para aquell@s que os apetezca leer en estos días, un interesante artículo del camarada y compañero Nicolás Gonzalez Maraver ( Almuñecar), por tres razones:

- EL 14 de ABRIL es el DÍA DE LA REPÚBLICA.

- LA CRISIS DEBEN PAGARLA LOS RICOS Y NO LOS CURRANTES.

- Muchas de las razones expuestas en el mismo, tienen bastantes similitudes con lo que ocurre en Cazorla.



ANTE LA CRISIS: TERCERA REPÚBLICA ¡¡ YA !!


Muy conocida es, y no hace falta insistir en ello, el grado o nivel de desinformación de los medios digitales de nuestra desinformada vencidad de Almuñecar. En esto hay una gravísima responsabilidad antiperiódistica en las personas, que por dinero, copian al dictado la línea editorial de quien le paga para ello. No hace falta ya, ni siquiera decir, quien paga ni quien cobra, esto si que lo saben bien los almuñequer@s, pues ese dinero sale de sus bolsillos. Y ya se sabe, pero que muy bien en Almuñecar que el único que verdaderamente tiene capacidad para movilizar o desmovilizar a los almuñequeros es el dios Dinero, con traje selecto y exclusivo de semana santa de pasión, ciego de copas y de coca para pequeño burgueses en los bajos del Altillo.

Todos hablan de la crisis como si la hubieran traído algún que otro extraterrestre procedente de Castellón o parasito lunar en forma de promotor inmobiliario para la corrupción del pelotazo urbanistico con socio municipal, o de los EEUU como intentan hacernos creer para no asumir nadie, las responsabilidades de cada uno. Así que en un grado de generosidad sin límites les ofrezco desde aquí la gentileza de mi información alternativa, con el objetivo de que esas dos o tres direcciones de medios digitales tropicales y subtropicales se enteren de algo sobre la crisis, dados los silencios que vergonzosamente administran.
Hay que necesariamente empezar diciendo, ¡a ver si se enteran!, que el sistema capitalista ha entrado en una crisis sin precedentes debido a su naturaleza de acumulación de capital en pocas manos, de tal manera que quienes han estado robando todos estos años de producción incontrolada nos han dejado sin posibilidades de acceder a lo más básico para la vida (vivienda, salario, sanidad, educación, pensiones, etc… dignas). Somos los trabajadores los que pagamos las consecuencias endeudados de por vida con las hipotecas o los alquileres abusivos, sin empleo con cada vez más despidos, expedientes de regulación de empleo, cierre de empresas, sin una cobertura decente de los servicios públicos como la sanidad y la educación, con cada vez más bajos salarios y pensiones y sin la cobertura necesaria de subsidio en los tres millones y medio de desempleos.
Mientras unos cuantos se forraban, a la inmensa mayoría nos han condenado a la precariedad más absoluta en todos los planos de la vida, incluidos uds. sres. directores tropicales y subtropicales dada su demostrada carencia de ética profesional e incompetencia personal, con una particularisima diferencia fundamental. Ustedes siendo conscientes de ello y voluntariamente con el furor de los conversos, han pasado del franquismo ideologico al fascismo benatí, y se han puesto al servicio de un cacique como Juan Carlos Benavides, responsable fundamental de la ruina social y económica de nuestro pueblo. Demostrando que el Cesar siempre paga a los traidores, no son Uds. los primeros ni serán los últimos en Almuñecar, algún día publicaré una larga lista.
Pero como decía al principio, la crisis tiene culpables, desde luego en EE.UU. pero también aquí. Los que se han beneficiado de la riqueza que los trabajadores hemos producido han sido los grandes empresarios, los banqueros y los gobiernos que han legislado para beneficiar a éstos, y los enriquecidos alcaldes y concejales corruptos, algunos detenidos y otros todavía sin detener. La democracia no existe cuando los partidos que se han alternado en el poder (PSOE y PP) han aplicado la misma política económica, han privatizado servicios, han desregulado y precarizado el empleo.
Por eso digo y no se convertirá tristemente en diego, que el actual gobierno de Zapatero es responsable también de la actual situación y que las medidas que aplica frente a la crisis se dirigen en la misma dirección de inflar con fondos públicos las arcas de las grandes empresas y de los bancos, dejando aún más desprotegidos a los trabajadores. Todo esto bajo la fórmula del diálogo social donde los empresarios y los sindicatos se hacen cómplices directos de esta situación. ¡Que vergüenza! de mis CCOO, es la evidencia que más me duele.
En el estado español, el régimen surgido con la constitución de 1978 con la monarquía a la cabeza es el garante de este orden social que beneficia a una minoría adinerada mientras deja en la estacada a la mayoría trabajadora, por eso defiendo la III República, porque como dice mi Choni, “que no hay dos sin tres”, como un nuevo Estado al servicio de los trabajadores y las clases populares, mientras que uds. sres. directores tropicales y subtropicales se dedican a denigrar a un ciudadano que enarbola la bandera republicana desde el balcón de su casa en alquiler o, a pie de calle o carretera, mientras Uds. en el Paseo del Altillo, homenajeaban un 12 de Octubre a un trapo bicolor manchado de sangre, por un ejercito rebelde contra la legalidad democratica que se otorgaron los ciudadanos españoles de la II Republica. Porque uds. sres. directores tropicales y subtropicales son ¡los cipayos! siervos lacayos del cacique reyezuelo de la localidad, y del heredero de Franco de ideológica nacionalidad vestida de sotana, al servicio de los ricos que nos explotan y que le compran los yates y costean sus “queridas” que, hacen cola para salir en “su tele” de la “reality borbona”.
Ante esta situación solo cabe sumirse en la depresión hasta el suicidio u organizarse para luchar contra los culpables de la crisis.
Es posible pararles los pies desde el libre raciocinio, la dignidad, la unidad, con la necesaria acción del centralismo democratico organizativo en la lucha de todos los trabajadores, y está en nuestra voluntad el exigir “de entrada” a cualquier gobierno, como medidas de urgencia para paliar la crisis, lo siguiente:
- Que ni un euro más vaya para la banca y las grandes empresas, porque estos sectores están al servicio de una clase parasitaria y no de la economía nacional. Hay que nacionalizar sin indemnización la banca y las industrias clave comenzando por poner bajo control de los trabajadores a las grandes empresas que cierren.
- La prestación de desempleo indefinida hasta nuevo empleo.
- La moratoria indefinida de las hipotecas para todos los parados.
- Que los 8000 millones de euros destinados a los ayuntamientos para obra pública dejen de seguir engordando los bolsillos de las constructoras y se contrate prioritaria y directamente por los ayuntamientos a los parados locales y seguidamente a los foráneos y, se destinen a gastos sociales en infraestructuras físicas y humanas como hospitales, escuelas, transporte, servicios de dependencia.
- ¡Ni un ERE más! Y en todas las empresas que presenten bajada de la producción, acordar el reparto de las horas de trabajo o la reducción de la jornada con mantenimiento del sueldo para toda la plantilla.
- Ni una privatización más de los servicios públicos como sanidad, educación, transporte, el agua... y reversión de la ya realizadas.
- Salario mínimo de 1200 euros. Y 35 horas semanales de trabajo
- ¡Fuera la “directiva de la vergüenza”! No a las expulsiones de trabajadores inmigrantes.




Nicolas Gonzalez Maraver
Militante de base del PCE, afiliado a IU de Almuñecar
La Transición no fue modélica
Vicenç Navarro
Existe una percepción generalizada en los establishments políticos y mediáticos españoles de que la Transición de la dictadura a la democracia que tuvo lugar en la segunda mitad de los años setenta fue modélica; es decir, ejemplar. Quisiera exponer en este artículo mi desacuerdo con esta percepción, subrayando que la continua promoción de tal lectura de nuestra realidad favorece a las fuerzas conservadoras, que continúan teniendo un enorme poder en nuestro país. En realidad, la Transición se hizo en términos muy favorables a estas fuerzas conservadoras, herederas de aquellas que en su día fueron responsables del golpe militar de 1936 y que, 40 años más tarde, dirigieron aquel proceso de transición. Me estoy refiriendo a la banca, a la patronal y a la Iglesia, defendidas por el Ejército y por la Monarquía, que representa el símbolo y continuidad de este dominio.
Este enorme bloque de poder se vio forzado a realizar cambios significativos en respuesta a grandes movilizaciones populares. La imagen tan promovida por el establishment mediático y político del país de que el rey nos trajo la democracia es una burda manipulación del análisis histórico. La mejor prueba de la escasa sensibilidad democrática del monarca fueron los borradores del cambio propuesto por los primeros gobiernos monárquicos, en los que la representatividad y diversidad política estaban sumamente limitadas. Fue la presión de las clases populares y, muy en particular, de las huelgas obreras de claro carácter político (ignoradas y ocultadas en la historiografía oficial) las que forzaron los cambios en aquellos borradores.
En aquellos años tuvieron lugar las movilizaciones de la clase trabajadora más intensas que se hubieran visto en Europa desde los años sesenta. En 1976, hubo 1.438 días de huelga al año por cada 1.000 trabajadores (la media en la Comunidad Europea era de 390 días) y en la metalurgia, 2.085 por cada 1.000 (el promedio en la Comunidad Europea fue de 595 días).
Un tanto semejante ocurrió en 1977. Tales movilizaciones forzaron los cambios, pero, debido a la enorme represión de la dictadura (por cada asesinato político que hizo Mussolini, Franco realizó 10.000) y al gran poder del bloque conservador, no consiguieron romper con el enorme dominio político que aquel bloque tuvo en configurar la Transición.
No hubo rotura (como sostiene una interpretación sesgada de la Transición, promovida por el bloque conservador y con la complicidad de algunas voces de izquierda), sino una reforma dirigida por aquel bloque de poder y que dejó su imprimátur tanto en la Constitución (que iguala, por ejemplo, la escuela privada –gestionada en su mayoría por la Iglesia y que sirve a los grupos sociales más pudientes de la población– con la escuela pública, a la que asisten los niños de las clases populares), como en el sistema electoral que estableció (que discrimina a la clase trabajadora, hoy enormemente subrepresentada en uno de los sistemas electorales menos representativos de los regímenes electorales existentes).
Y este dominio de aquel bloque conservador continúa siendo enorme. Entre otros indicadores de tal poder cabe destacar que hoy, 33 años después de la Transición, España continúa siendo:
1. El país con el gasto público social por habitante más bajo de la UE, situándose a la cola de los países con semejante nivel de desarrollo económico; es decir, la Unión Europea de los Quince (UE-15).
2. El país de la UE-15 con mayor fraude fiscal, realizado en su mayoría por la banca, la patronal y los sectores más pudientes de la población. Según las propias cifras de los técnicos del Ministerio de Hacienda, tal fraude fiscal equivale a un 10% del PIB, por lo que España es el único país de la UE-15 donde, según las declaraciones de renta, un empresario ingresa menos al año que un trabajador.
3. El país con mayores desigualdades de renta (junto con Gran Bretaña, Grecia y Portugal) de la UE-15.
4. Uno de los países con uno de los Estados del bienestar más polarizados de Europa, con el 30% de renta superior del país cubierto por los servicios educativos (excepto los universitarios) y sanitarios privados, y el 70% restante (clases medias y clase trabajadora) por los servicios públicos.
5. El país de la UE-15 en el que mueren más trabajadores por enfermedades laborales sin que ello conste en su certificado de muerte, como consecuencia del enorme poder de la patronal y de las Mutuas Patronales Laborales que controlan.
6. El único país donde no se puede criticar al jefe del Estado (que no permite en su presencia denunciar al dictador que ha asesinado más españoles en el siglo XX, al cual su consorte, la reina, se ha referido como un dictador blando).
7. El país que aporta más fondos públicos a una de las jerarquías eclesiásticas católicas más retrógradas de las existentes en Europa.
8. El país donde un nacionalismo exacerbado central, heredado del franquismo, ahoga a las nacionalidades periféricas sin permitir el reconocimiento de un Estado auténticamente plurinacional.
9. El único país de Europa que ha padecido una dictadura donde las víctimas asesinadas por aquella continúan desaparecidas sin que el Estado se haya atrevido a desenterrarlas y darles el homenaje que se merecen.
Estos indicadores, entre otros muchos, deberían cuestionar la definición de aquella Transición como modélica. La insistencia en presentarla como tal fortalece a las fuerzas conservadoras que dominaron aquel proceso. Su constante reproducción en los medios tiene, además, el impacto de disminuir las expectativas de cambio entre la población, al reducir los objetivos a los que las fuerzas democráticas debieran aspirar, dificultando todavía más el muy necesario cambio que el país necesita para alcanzar la calidad de vida que su población se merece.
Vicenç Navarro es Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas de la Universidad Pompeu Fabra.






FRANCISCO FERNÁNDEZ BUEY y JORDI MIR


Venimos observando que, en los últimos tiempos, los medios de comunicación de todo tipo han puesto de moda el término antisistema. Lo usan por lo general en una acepción negativa, peyorativa, y casi siempre con intención despectiva o insultante. Y aplican o endosan el término, también por lo general, para calificar a personas, preferentemente jóvenes, que critican de forma radical el modo de producir, consumir y vivir que impera en nuestras sociedades, sean estos okupas, altermundialistas, independentistas, desobedientes, objetores al Proceso de Bolonia o gentes que alzan su voz y se manifiestan contra las reuniones de los que mandan en el mundo.


Aunque no lo parezca, porque enseguida nos acostumbramos a las palabrejas que se ponen de moda, la cosa es nueva o relativamente nueva. Así que habrá que decir algo para refrescar la memoria del personal. Hasta comienzos de la década de los ochenta la palabra antisistema sólo se empleaba en los medios de comunicación para calificar a grupos o personas de extrema derecha. Vino a sustituir, por así decirlo, a otra palabra muy socorrida en el lenguaje periodístico: ultra. Pero ya en esa década la noción se empleaba principalmente para hacer referencia a las posiciones del mundo de Herri Batasuna en el País Vasco. En la década siguiente, algunos periódicos a los que no les gustaba la orientación que estaba tomando Izquierda Unida ampliaron el uso de la palabra antisistema para calificar a los partidarios de Julio Anguita y la mantuvieron para referirse a la extrema derecha, a los partidarios de Le Pen, principalmente, y a la llamada izquierda abertzale. Así se mataba de un solo tiro no dos pájaros (de muy diferente plumaje, por cierto) sino tres.


Esa práctica se ha seguido manteniendo en la prensa aproximadamente hasta principios del nuevo siglo, cuando surgió el movimiento antiglobalización o altermundialista. A partir de entonces se empieza a calificar a los críticos que se manifiestan de grupos antisistema y de jóvenes antisistema. Pero la calificación no era todavía demasiado habitual en la prensa, pues el periodista de guardia de la época, Eduardo Haro Teglen, en un artículo que publicaba en El País, en 2001, aún podía escribir: “Las doctrinas policiales que engendra esta globalización que se hace interna hablan de los grupos antisistema. No parece que el intento de utilizar ese nombre haya cundido: se utilizan los de anarquismo, desarraigo, extremismo, agitadores profesionales. Pero el propio sistema tendría que segregar sus modificaciones para salvarse él si fuera realmente un sistema y no sólo una jungla, una explosión de cúmulos”.


En cualquier caso, ya ahí se estaba indicando el origen de la generalización del término: las doctrinas policiales que engendra la globalización. Desde entonces ya no ha habido manifestación en la que, después de sacudir convenientemente a una parte de los manifestantes, la policía no haya denunciado la participación en ellas de grupos antisistema para justificar su acción. Pasó en Génova y pasó en Barcelona. Y también desde entonces los medios de comunicación vienen haciéndose habitualmente eco de este vocabulario.


El reiterado uso del término antisistema empieza a ser ahora paradójico. Pues son muchas las personas, economistas, sociólogos, ecólogos y ecologistas, defensores de los derechos humanos y humanistas en general que, viendo los efectos devastadores de la crisis actual, están declarando, uno tras otro, que este sistema es malo, e incluso rematadamente malo. Académicos de prestigio, premios Nobel, algunos presidentes en sus países y no pocos altos cargos de instituciones económicas internacionales hasta hace poco tiempo han declarado recientemente que el sistema está en crisis, que no sirve, que está provocando un desastre ético o que se ha hecho insoportable.




Evidentemente, también estas personas son antisistema, si por sistema se entiende, como digo, el modo actualmente predominante de producir, consumir y vivir. Algunas de estas personas han evitado mentar la bicha, incluso al hablar de sistema, pero otras lo han dicho muy claro y con todas las letras para que nadie se equivoque: se están refiriendo a que el sistema capitalista que conocemos y en el que vivimos unos y otros, los más moran o sobreviven, es malo, muy malo.


Resulta por tanto difícil de entender que, en estas condiciones y en la situación en que estamos, antisistema siga empleándose como término peyorativo. Si analizando la crisis se llega a la conclusión de que el sistema es malo y hay que cambiarlo, no se ve el motivo por el cual ser antisistema tenga que ser malo. El primer principio de la lógica elemental dice que ahí hay una incoherencia, una contradicción. Si el sistema es malo, y hasta rematadamente malo, lo lógico sería concluir que hay que ser antisistema o estar contra el sistema. Tanto desde el punto de vista de la lógica elemental como desde el punto de vista de la práctica, es indiferente que el antisistema sea premio Nobel, economista de prestigio, okupa, altermundista o estudiante crítico del Proceso de Bolonia.


Si lo que se quiere decir cuando se emplea la palabreja es que en tal acción o manifestación ha habido o hay personas que se comportan violentamente, no respetan el derecho a opinar de sus conciudadanos, impiden la libertad de expresión de los demás o atentan contra cosas que todos o casi todos consideramos valiosas, entonces hay en el diccionario otras palabras adecuadas para definir o calificar tales desmanes, sean éstos colectivos o individuales. La variedad de las palabras al respecto es grande. Y eligiendo entre ellas no sólo se haría un favor a la lengua y a la lógica sino que ganaríamos todos en precisión. Y se evitaría, de paso, tomar la parte por el todo, que es lo peor que se puede hacer cuando analizamos movimientos de protesta.


Francisco Fernández Buey y Jordi Mir son profesores del Centro de Estudios sobre Movimientos Sociales (CEMS)-Universidad Pompeu Fabra
Ilustración de Iker Ayestaran

viernes, 10 de abril de 2009



EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANIA
(18)
…continua…

Una de las acusaciones vertidas sobre el comunismo que más éxito ha tenido en nuestros días entre los intelectuales europeos ha sido la acusación de «totalitarismo», y lo cierto es que experiencias tan nefastas como la del estalinismo en la URSS o la de la «Revolución cultural» maoísta en China han complicado notablemente a los comunistas su autodefensa. Pero no hay que dejarse engañar: lo que la URSS estalinista o la China maoísta tenían de totalitarias no era lo que tenían de comunistas, sino lo que no tenían de democráticas, lo que les faltaba para ser Estados de Derecho.

El totalitarismo económico

Pero esta deficiencia, como veremos detenidamente en el próximo capítulo, lejos de ser consustancial al comunismo, como ha pretendido la propaganda neoliberal, es justamente la deficiencia que el capitalismo ha tenido siempre en común con el estalinismo, el maoísmo y el fascismo. Porque, puestos a hablar de totalitarismo, lo que la mayor parte de los alegatos antitotalitaristas parecen ignorar es que nada hay más totalitario que el propio sistema económico capitalista. Es un error circunscribir el fenómeno totalitario a lo político. El totalitarismo no es sólo ni primordialmente un tipo de ejercicio del poder o un modo de organización y de actuación del Estado. El capitalismo es un «sistema económico» y, sin embargo, es mucho más perfectamente totalitario que cualquier Estado conocido. De hecho, ningún Estado ha mostrado jamás una eficacia totalitaria tan potente y tan profunda como el propio sistema capitalista.

La masa humana

El capitalismo ha convertido a la humanidad entera en una masa homogénea de la que progresivamente se han ido eliminando todas las diferencias culturales, étnicas, religiosas, nacionales. Los individuos han sido convertidos en habitantes desarraigados y erráticos de una «aldea global» que sólo les interpela en cuanto «fuerza de trabajo» y «mercado», y que ya casi sólo en la «clandestinidad» de sus hogares les permite ser otra cosa distinta de eso. A duras penas alcanzan a ser todavía algo más que masa consumidora proletarizable.

La eficacia totalitaria del capitalismo

El capitalismo ha logrado, de este modo, con infinitamente mayor eficacia que todas las fuerzas movilizadas por las «revoluciones ilustradas» del siglo XVIII, liberar a los hombres de toda «heteronomía» arraigada en la religión, la costumbre, el parentesco, la nación o la tradición. Si a ojos de pensadores reaccionarios tan perspicaces como De Maistre, Burke o De Bonald, el proyecto de «emancipación» puesto en marcha por la Revolución amenazaba con reducir a los hombres de los distintos pueblos y naciones a una vacía abstracción, la expansión del capitalismo, por su cuenta, ha dado pleno cumplimiento a esa amenaza. La inédita eficacia totalitaria del capitalismo ha despojado a los hombres de su identidad nacional, religiosa, cultural y sentimental, al tiempo que les ha reducido a una existencia casi totalmente «abstracta», a una realidad escuálida, bidimensional, de la que ha sido virtualmente suprimida toda la riqueza cultural que sobredeterminaba su ser, la antigua densidad inabarcable en la que se extraviaba su conciencia de sí.

El proletariado es una nada social

«Todo lo referido al proletariado –decía, en esta ocasión con acierto, el jurista alemán Carl Schmitt– sólo puede ser determinado de forma negativa. De él sólo puede afirmarse con certeza que no participa de la plusvalía, que no posee y que no conoce ni familia ni patria, etc. El proletariado es una nada social. De él sólo puede ser cierto que no es nada más que humano.» Y, en efecto, la proletarización ha privado a los hombres de todas aquellas determinaciones que los singularizaban, que los diferenciaban de otros hombres y les permitían reconocerse e identificarse precisamente como otros frente a ellos. El capitalismo ha suprimido materialmente un sinfín de «costumbres y hábitos», de «pequeñas pertenencias» y «solidaridades menudas» (Levi-Strauss) que, más allá de su función socio-económica, operaban como vehículos de estabilización y transmisión de diferencias y constituían psicológica y sentimentalmente la subjetividad.

Átomos en el mercado

El capitalismo ha desprendido casi totalmente a los hombres de todos aquellos agregados de relaciones y sistemas de diferenciación, clasificación y jerarquización en los que encontraban, a un tiempo, ubicación socio-cultural y definición, y los ha convertido en átomos flotantes, «intercambiables y anónimos», movilizados por las necesidades de la producción de plusvalor y comunicados entre sí por el mercado. Ningún Estado totalitario ha tenido jamás un poder igualador, homogeneizador, «masificador» y alienante tan grande como la propia economía capitalista.
El capitalismo, como ha dicho certeramente el filósofo francés René Girard, es una suerte de «dinamismo» que «ha arrastrado primero a Occidente, y luego a toda la humanidad, hacia un estado de indiferenciación relativa nunca antes conocido, hacia una extraña suerte de no cultura o de anticultura». En este sentido, la sociedad capitalista es una sociedad que casi no alcanza a serlo:
una sociedad insólitamente «desestructurada», afectada por un grado de indiferenciación tan grande que ya casi no posee el mínimo cultural imprescindible para poder seguir existiendo como tal.

Una sociedad que casi no alcanza a serlo

De ningún Estado, por poderoso y totalitario que fuese, cabe esperar una capacidad de actuación sobre la totalidad del cuerpo social tan amplia y tan profunda como la ejercida por el sistema capitalista. De hecho, éste no se limita a reprimir, explotar y domesticar a los hombres, como el aparato disciplinario de cualquier Estado más o menos totalitario; no se limita a afectar arbitrariamente su vida, como lo haría un régimen simplemente dictatorial.


Estados totalitarios y sistema capitalista

Mucho más profundamente, define a los hombres (como «fuerza de trabajo» y «mercado»), los constituye ontológicamente, establece de antemano –desde antes de su nacimiento– las condiciones de posibilidad de su existencia; disuelve su consistencia cultural y les da una existencia nueva en la que se ven obligados permanentemente a reconocerse. Ningún Estado totalitario alcanza a tanto. Ni la mente del mayor psicópata, ni la de novelistas tan brillantes como
George Orwell, Aldous Huxley o Ray Bradbury, podría imaginar un Estado que cumpliera más perfectamente la función de producir, a partir de la masa social, los sujetos que necesita, y de eliminar o de condenar a sobrevivir en el basurero del mundo al resto inservible de la humanidad. La
Gestapo, los centros de interrogación y tortura, los campos de concentración y de exterminio, no son más que signos de la debilidad y la impotencia que un régimen encuentra para imponer un orden totalitario con tanta eficacia como –sin violencia y con un mínimo gasto de energía– lo impone por sí mismo el capitalismo.

El capitalismo y los campos de concentración

Hoy día, el grado de desarrollo de las relaciones capitalistas de producción y la globalización de la economía han hecho casi innecesarios tales recursos, que, por otra parte, son rápidos, pero caros y muy costosos ideológica y psicológicamente. El capitalismo impone su orden totalitario con infinitamente mayor eficiencia que todos los campos de concentración nazis juntos. Éstos sólo llegan a hacerse necesarios en situaciones excepcionales, cuando se tiene mucha prisa y no se puede esperar a que el capitalismo haga a su propio ritmo su trabajo o cuando un volumen de negocio demasiado grande se ve seriamente amenazado y necesita de una intervención urgente.

El límite de lo inhumano

Sin duda que, pese a todo lo dicho, la gente sigue teniendo familia, parentesco, cultura, religión, patria e, incluso, dignidad, es decir, todo aquello con lo que un antropólogo definiría aquello en lo que consiste una vida humana. Pero no hay que olvidar nunca que, si la gente ha logrado encontrar vías para conservar su humanidad, aunque sea entre los intersticios y las grietas del mercado, ha sido a base de amortiguar, de frenar y de protegerse frente a las presiones de una proletarización inhumana. Un proletario es lo que queda de un hombre cuando lo arrancas de su familia, de su tradición, de su patria, de su vida religiosa y cultural. Como ya decíamos antes, el proletariado se define por una acumulación de negaciones. Sin patria, sin familia, sin dioses, sin parentesco, sin cultura, sin costumbres, sin tener dónde caerse muerto, el proletariado es, como bien decía Carl Schmitt, una «nada social». En el mismo sentido, Marx terminaba el Manifiesto comunista diciendo que el proletariado, que ya no tiene nada, que ya ni siquiera es nada, «no tiene ya nada que perder… excepto sus cadenas».

La nada proletaria y el vacío de la ciudadanía

Y sin embargo –he aquí el quid de la cuestión–, el proletario, a fuerza de no ser nada, se parece en algo al ciudadano. Los dos se parecen en algo muy importante: en su libertad. Aunque, desde luego, no en aquello que pueden hacer con ella. El ciudadano, con su libertad, se propone
poner la sociedad en estado de derecho, es decir, edificar una ciudad con unos cimientos anclados en «el lugar de cualquier otro».

La libertad del proletario y la del ciudadano

El proletariado, con su libertad, no puede hacer otra cosa que plegarse a las exigencias del mercado y trabajar en lo que sea, como sea y por lo que sea; su otra alternativa es el paro, la miseria y el hambre.

Un fatal isomorfismo

Son, desde luego, dos situaciones muy distintas. Ahora bien, si retrocedemos unas páginas atrás, hasta recordar la estrategia que seguimos para definir en qué consistía la ciudadanía, caemos en la cuenta de que hay una especie de fatal isomorfismo con la manera en la que hemos caracterizado al proletariado.
El ciudadano es un ser humano que es capaz de tratarse a sí mismo independientemente de que sea hombre o mujer, rico o pobre, negro o blanco, cristiano o musulmán, ateniense, espartano o persa. Precisamente por eso es capaz de intervenir en el ágora sin usurpar por ello el lugar de las leyes, es decir, sin introducir ahí dioses ni reyes, ni tampoco –como decíamos– «diosecillos» ni «reyezuelos».

El lugar de cualquier otro y el proletariado como nada social

El ciudadano, en el ágora, se obliga a sí mismo a argumentar y, para ello, se obliga a hablar y a actuar como si fuese cualquier otro. Lo que se espera de él es que redacte una constitución y –ya lo vimos en su momento– una constitución siempre hace de alguna manera referencia a algo así como la Declaración de los Derechos Humanos, en donde podemos leer eso de que «toda persona tiene los derechos y libertades proclamados en esta declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición». Así pues, podríamos decir que este «independientemente de», este «sin distinción alguna de», es el cimiento –y en cierto modo también el cemento– de una ciudad edificada por obra de la libertad.

Pues bien, es muy cierto que la estrategia que hemos seguido para definir al proletariado ha seguido un hilo conductor sorprendentemente paralelo. El proletariado es una «nada social», es el ser humano enteramente desarraigado: sin patria, sin familia, sin dioses, sin parentesco, sin cultura, sin costumbres, el proletariado, dijimos, no tiene dónde caerse muerto.

El cemento de la ciudad y el aceite del mercado

Ahora bien, mientras el «sin» de la ciudadanía servía de cemento a la ciudad, el «sin» del proletariado no es más que el aceite del mercado de trabajo, la grasa que es capaz de volverlo lo suficientemente flexible para las necesidades siempre cambiantes del capital.

Dos caminos distintos y dos metas incompatibles

En conclusión, cuando se opta por la ciudadanía, se opta por algo muy distinto que cuando se opta por la proletarización. El camino de la ciudadanía se dirige a la edificación de una ciudad de la libertad, en la que todo sea decidido y legislado desde la libertad y para la libertad. Ése es el camino por el que había decidido internarse la humanidad bajo el título del programa político de la Ilustración. El camino de la proletarización, en cambio, desemboca en un mercado de trabajo bien engrasado.

Actualmente, es difícil no ver que ambas metas no sólo no son la misma ni coinciden para nada (como pretendía y pretende el liberalismo económico), sino que, antes bien, se trata de metas opuestas e incompatibles (como ya habían advertido desde el principio los comunistas y los anarquistas). El mejor libro escrito sobre esto (ya en 1944) es La gran transformación, de Karl Polanyi.

La obra de Karl Polanyi contra el liberalismo económico

Es una obra insuperable que deshace los mitos más obcecados del liberalismo, demostrando que, cuanto más ha avanzado la proletarización, más ha retrocedido la ciudadanía. Así ha sido hasta el punto de que, en los momentos históricos en los que la utopía de un mercado de trabajo absolutamente «bien engrasado» ha estado a punto de consolidarse, el tejido social se ha deshilachado haciendo imposible no ya sólo la vida ciudadana, sino, prácticamente, la vida humana
en general (lo que no impide, como es natural, que el hombre siga viviendo, en condiciones inhumanas, una vida inhumana).

Por consiguiente, el «sin» con el que hemos definido la ciudadanía y el «sin» con el que definimos la proletarización, marcan sendas muy distintas para la humanidad. Es cierto, por supuesto, que ambos nombran, a fin de cuentas, la misma cosa, la libertad. Pero esto no tiene nada de misterioso.

Cuando ya sólo queda la libertad

No hay que ver aquí ningún «gran enigma de la modernidad», ni ningún «reverso tenebroso» de la Ilustración. Aquí no hay nada enigmático. Sencillamente, cuando a un hombre se le despoja de todo lo que tiene, hay algo, de todos modos, que no se le puede quitar: su libertad. Un proletario no es un esclavo. Es un sujeto libre que siempre puede decidir firmar un contrato (en lo que sea, para lo que sea, por lo que sea, con el jefe que sea) o negarse a firmarlo, aceptando, por supuesto, las consecuencias (que, por lo habitual, son el paro, la miseria, el hambre, etcétera). El proletario es una persona a la que ya sólo le queda su libertad. Es, por tanto, libre de hacer cualquier cosa, pero en unas condiciones en las que no hay nada que hacer. Es libre de todo, pero en unas condiciones en las que no puede hacer nada (porque carece de los medios para ello). En suma, el proletariado es lo que queda de la ciudadanía bajo las condiciones capitalistas de producción. ¿Y qué queda de la ciudadanía en esas condiciones?

Una ciudadanía proletarizada

Cualquiera puede comprobarlo echando un vistazo a ese desierto de libertades que es el mercado laboral basura, el mundo de las entrevistas de trabajo, de las empresas de trabajo temporal, de las subcontratas, etc. Ahí es posible encontrar lo que es una ciudadanía proletarizada.

Pedanterías filosóficas

Es una barbaridad, por tanto, entender que Capitalismo e Ilustración, o Proletarización y Ciudadanía, son algo así como dos caras de la misma cosa, de tal modo que lo aparentemente opuesto resulta ser lo mismo y, a la postre, resulta no haber nada más «tenebroso» que el imperio de Las Luces (que es el otro nombre de la Ilustración). Estos truquitos filosóficos no son más que pedanterías para incautos con pretensiones. Resultan, han resultado, bastante rentables en el mundo académico y en el mundillo de los intelectuales, porque, en realidad, hace ya tiempo que ahí se premia, más que nada, la habilidad para encubrir los verdaderos problemas y escamotear las verdaderas soluciones. El capitalismo no es la otra cara de la moneda de las libertades ciudadanas. No: es una situación histórica en la que puede encontrarse la ciudadanía, lo mismo que puede encontrarse en muchas otras situaciones. Y es, por cierto, una situación que obliga a la ciudadanía a reducirse a su mínima expresión, pues es una situación en la que la libertad carece de condiciones para su ejercicio, teniéndose que limitar a optar por el paro o el trabajo que se le ofrezca en el mercado.

«El avance de la civilización»

Y sin embargo, es cierto que, desde el principio y hasta nuestros días, la historia ha operado como un astuto prestidigitador que cuanta más ciudadanía nos prometía, más y más capitalismo se sacaba de la manga. Occidente no conquistó el mundo prometiendo capitalismo y proletarización. Cada vez que se topaba con un nuevo pueblo, les ofrecía la libertad y la civilización. Pasaba entonces, en verdad, lo mismo que ahora cuando se pretende que lo que se ha llevado a Irak ha sido la Democracia. En realidad, EEUU e Inglaterra (con la inestimable colaboración de nueve millones de españoles votantes del PP) han invadido ese país, lo han destruido, han matado directamente a doscientos mil civiles e indirectamente, desde los tiempos del bloqueo, a más de dos millones de personas; han sembrado el país de uranio empobrecido, lo que tendrá consecuencias sin duda terribles; han alentado una guerra civil; han violado, asesinado a sangre fría, torturado sistemáticamente; han mentido, mentido y mentido. Sangre por petróleo. Eso sí que va en el lote del capitalismo, no la democracia.

Ejemplos históricos

Así fue desde el principio. Cuando la Corona inglesa invadía la India o el rey belga Leopoldo II se apropiaba del Congo y sometía a su población a un criminal régimen de explotación que provocó más muertos que el Holocausto perpetrado por los nazis, lo que pretendían es que estaban extendiendo la civilización. Decían que estaban llevando la libertad y la razón a esos pueblos semisalvajes o salvajes del todo. La manera en la que se les daba gato por liebre consistía en algo así como ofrecerles el «sin» de la ciudadanía y darles el «sin» de la proletarización. Lo que Occidente promete cuando promete democracia y libertad tiene que ver con la liberación de un sinfín de servidumbres y esclavitudes con las que siempre está trenzada la vida de los seres humanos. Esos salvajes con los que se topaba la Razón occidental, eran siervos, para empezar, de mil supersticiones y fanatismos. Eran siervos de unas tradiciones absurdas y azarosas que en ocasiones imponían ritos atroces y sin duda que criminales, como el canibalismo, el infanticidio femenino, la ablación del clítoris, el matrimonio obligatorio, etc. Eran siervos de unos dioses y siervos de unos reyes. En el centro de sus ciudades no tenían un espacio vacío, sino, más bien, un trono o un templo. Esos tronos y esos templos siempre vienen a vertebrar una vida cultural muy densa, en la que todo tiene su lugar y en la que se es más o menos libre, pero nunca enteramente libre.

La servidumbre cultural y la tarea de la civilización

Entonces llegaban los occidentales (armados con cañones, no con libertades) y conquistaban esos tronos y esos templos y, en el mejor de los casos, legislaban contra todo ese entramado cultural a veces tan criminal y tan absurdo. Ahora bien, en el lugar de los Tronos y los Templos no colocaban precisamente un Parlamento, colocaban un Mercado. Y cuando los pobres indígenas caían en la cuenta de lo que había pasado, hacían el siguiente descubrimiento: antes, vivían más o menos libres y más o menos sometidos, envueltos en un tejido de supersticiones y servidumbres que, mal que bien, les daba de comer.

La cruda realidad

Ahora son enteramente libres, pero ya no para vivir en una sociedad, sino para desenvolverse en un mercado en el que no dan de comer más que a cambio de
dinero. Y cuando empiezan a mirar qué es lo que ellos podrían vender en ese mercado, caen entonces en la cuenta de que, igual que el viento se llevó todas sus servidumbres y sus supersticiones, se llevó también todas sus pertenencias. Lo único que les ha quedado para llevar a ese nuevo centro de sus ciudades es –como decía Marx– «su pellejo» (y lo único que pueden esperar ahí es «que se lo curtan»).

Lo que realmente había ocurrido es que, al mismo tiempo que se les liberaba de sus servidumbres y de sus supersticiones, se les «liberaba» también (pero en otro sentido) de lo que hasta entonces habían sido sus condiciones y sus medios para subsistir. Por ejemplo: al mismo tiempo que se los «civilizaba» se convertía en propiedad privada la tierra que les daba su sustento. Un campesino sin tierra acaba en seguida por transformarse en proletario, es decir, en mano de obra disponible para el mercado de trabajo.

Las condiciones de existencia

El proceso «civilizatorio» con el que Occidente se adueñó de los últimos confines de este mundo, producía sin duda un desarraigo cultural muy grande, lo cual, por sí mismo, podría ser considerado bueno o malo, según se mire; pero es que ese desarraigo cultural no era sino el efecto de un desarraigo mucho más profundo: el que arrancaba a poblaciones enteras de la tierra que les daba de comer y en la que, por eso mismo, tenían tan hondamente ancladas sus raíces. Lo que en el fondo se hacía era separar a la población de sus medios de producción, es decir, proletarizarla.

La Ilustración como coartada del capitalismo

En resumidas cuentas: Ilustración y Capitalismo (Ciudadanía y Proletarización) son dos cosas bien distintas. Si se dieron a la vez y se sirvieron la una de la otra, eso tampoco da ningún derecho a igualarlas. El discurso de la Ilustración fue siempre, sin duda, una tapadera para todos los desmanes del capitalismo. Pero si fue una tapadera es porque no logró jamás ser otra cosa, es decir, porque el proyecto político ilustrado fue, en realidad, derrotado desde sus mismos orígenes.
Sencillamente, bajo las condiciones históricas impuestas por el capitalismo, ese nuevo Cronos que había renacido, más loco que nunca, en el centro de las ciudades, la Ilustración no tenía nada que hacer. Y por eso acabó siendo un discurso y sólo un discurso, un papel mojado.

Un papel mojado

Por supuesto que las bellas palabras de la Ilustración se convirtieron en una coartada y en una mentira. Y es cierto que, como hemos visto, si esa tapadera funcionó fue porque había una especie de isomorfismo entre el «sin» con el que se señalaba la libertad de la ciudadanía y el «sin»
con el que se señala la libertad en el mercado de trabajo.
Esa analogía ha justificado mil y una mentiras y también un millón de crímenes. ¿Qué es entonces lo que había que hacer con ella? Lo que había que hacer, lo que hay que hacer, es denunciar una y mil veces que esa analogía es ilegítima, que es una analogía «mal hecha», que hay gente muy poderosa y muy criminal, además, para la que esa analogía resulta de lo más rentable.

Denunciar la analogía en lugar de alimentarla

Pues no, lo que se hizo y lo que se sigue haciendo es todo lo contrario. ¡Cuántos y cuántos intelectualillos se han hecho de lo más famosos con esa analogía, como si la hubieran descubierto ellos solitos, como si con ella hubieran descubierto el «gran enigma de Occidente», la otra cara de la Luna, el «reverso tenebroso» de la Ciudadanía!

La mayor estafa intelectual de todo el siglo XX

Esa analogía entre Ilustración y capitalismo (fundidos ambos bajo el ambiguo título de Occidente o de Civilización occidental) se ha convertido así en la palanca de la mayor estafa intelectual de todo el siglo XX, una estafa de la que todavía no hemos despertado en el siglo XXI. Ahora bien, la analogía en cuestión no es ningún gran descubrimiento intelectual. Esa analogía la tenemos todos los días delante de las narices, cada vez que en los periódicos, en los telediarios, en el Parlamento, nos hablan de ciudadanía y nos dan más y más capitalismo. Lo difícil no era la analogía, porque el capitalismo mismo está de lo más interesado en repetirla a diario. Lo difícil era explicar su ilegitimidad, explicar por qué se trata de una analogía mal hecha, de una analogía mal planteada. Explicar, por tanto, que no es que el Mal sea el reverso inevitable del Bien, que no es que el capitalismo sea la otra cara inevitable de la tan deseada vida ciudadana; explicar, por consiguiente, que lo que ocurre más bien es que bajo las condiciones históricas capitalistas la vida ciudadana se reveló desde el principio impracticable y que, por tanto, lo que hubo fue una completa e inconfesada derrota del proyecto político de la Ilustración.

La derrota de la Ilustración a causa del Capitalismo

La Ilustración, como estaba previsto desde el principio por Voltaire, necesita tiempo y tranquilidad. Porque sólo estando tranquilos los hombres razonan y pueden, por tanto, ponerse de acuerdo en algo. El sistema capitalista ha sometido a la humanidad a un aceleramiento histórico que
vuelve imposible todo reposo y, por consiguiente, la vida ciudadana en general. Así pues, el socialismo no debería traernos un «hombre nuevo», más allá de la ciudadanía. El socialismo ha de ser, más bien, la ocasión de que las viejas aspiraciones de la Ilustración (que se remontan a Sócrates y Platón) sean experimentadas por vez primera en la historia de la humanidad.

Ycon esto damos paso al último capítulo del libro.


…Continuará….

Gentileza de información alternativa de Nicolás González Maraver

martes, 7 de abril de 2009

SOLICITUDES DE INFORMACION SOBRE URBANISMO Y EL HORNO CREMATORIO






En el día de hoy hemos presentado en el Registro del Ayuntamiento, las solicitudes de información que os adjuntamos.



Una para conocer las Licencias de Obras que se han dado en la zona de la Ladera de San Isicio, Camino de la Hoz, Cueva de la Malena y otros parajes de nuestro entorno periurbano.



Y la otra solicitando información sobre el Horno Crematorio, pues del informe emitido por la empresa colaboradora que realizó la inspección, vemos como no se han analizado los parámetros verdaderamente importantes, como son la emisión de sustancias y partículas contaminantes, cancerígenas y consideradas de alto riesgo, es decir, los metales pesados y especialmente el Mercurio, Cadmio, Talio y otros.

lunes, 6 de abril de 2009

EL PORQUÉ DE ESTA CRISIS



La silenciada causa de la crisis
Estamos en una crisis económica y financiera profunda que puede abocar rápidamente a una depresión mundial semejante a la que ocurrió en los años treinta del siglo XX. De ahí que sea importante ver si las dos crisis mundiales tienen causas comunes y si hay similitudes o diferencias entre ellas. Comencemos por las diferencias, y la más importante es que la situación existente en los países desarrollados es hoy muy distinta a la de los años treinta. Existen ahora sistemas de protección social (como los seguros de desempleo) que no existían entonces.Ahora bien, también hay semejanzas y una de ellas, la más importante y que ha pasado desapercibida en los medios de información españoles, es la enorme polarización en la distribución de las rentas que existió en los años que precedieron a la Gran Depresión del siglo XX, y que existe ahora. En la gran mayoría de países de la OCDE hemos visto desde los años ochenta un gran crecimiento de las rentas del capital a costa de una disminución de las rentas del trabajo, alcanzándose una concentración sin precedentes de las rentas en los sectores más pudientes de las sociedades avanzadas, con una disminución del porcentaje de la masa salarial sobre la renta nacional (y ello a pesar de que el número de trabajadores ha aumentado). Esta situación es resultado de la llamada revolución neoliberal (iniciada por el presidente Reagan en EEUU, y por la señora Thatcher en Europa) y sus políticas públicas liberales regresivas (bajadas de impuestos de las rentas superiores, aumento de la regresividad fiscal, desregulación de los mercados de trabajo y descenso de la cobertura de derechos sociales y laborales, entre otras) que han acentuado las enormes desigualdades de renta en la mayoría de aquellos países, alcanzando niveles sin precedentes desde la Gran Depresión. Y ello ha ocurrido en ambos lados del Atlántico, acentuándose todavía más en los últimos años. En EEUU las rentas del capital ascendieron como nunca antes había ocurrido mientras que las rentas del trabajo descendieron de un 68% en 1992 a un 62% de la renta nacional en 2005.


En la Unión Europea pasó algo semejante. Las rentas del trabajo han sufrido un enorme bajón, pasando de representar en los países de la eurozona (que son los que llevaron a cabo aquellas políticas neoliberales con mayor contundencia, estimulados por la Comisión Europea y por el Banco Central Europeo) el 70% de la renta nacional en el año 1992 al 62% en el año 2005. En España las rentas del trabajo pasaron de representar el 72% de la renta nacional total al 61% en el mismo periodo. En otras palabras, el periodo neoliberal fue un periodo de gran exuberancia para el mundo empresarial (y muy en especial para el mundo financiero) que vio en la UE-15 crecer sus beneficios durante el periodo 1999-2005 un 33%; en la eurozona subió un 36% y en España un 73%, más del doble que el promedio de la UE-15. Los costes laborales, sin embargo, crecieron sólo un 18% en la UE-15 y en España sólo un 3,7%, una quinta parte del promedio de la UE-15.Una consecuencia de la polarización de las rentas y del descenso de las rentas del trabajo, ha sido la disminución de la capacidad adquisitiva de la clase trabajadora y de la demanda con el consiguiente endeudamiento de las clases populares.


En EEUU la familia promedio que debía 40.000 dólares en 1980 pasó a deber 130.000 dólares en 2007. Una situación semejante ocurrió en la UE. Este endeudamiento creció enormemente hasta que se hizo insostenible. Por otra parte, las exuberantes rentas del capital se invirtieron en actividades especulativas, y muy en especial (en EEUU, España y Gran Bretaña) en la vivienda, desarrollando una burbuja que al explotar (debido a la enorme especulación y excesiva construcción) creó el colapso del crédito, pues la vivienda es el aval más utilizado por las clases populares para conseguir crédito. Contribuyendo a ello es la existencia de un sistema financiero altamente contaminado con productos tóxicos que nadie sabe cuántos ni dónde están, convirtiéndose en lo que se ha definido como bombas financieras de destrucción masiva.


Mientras que las semejanzas en el origen de la crisis a ambos lados del Atlántico son muy notables, las respuestas son muy diferentes. En EEUU las fuerzas progresistas están respondiendo con medidas similares, aunque menos intensas, que las que desarrolló Franklin D. Roosevelt en el New Deal. Un aumento muy notable del gasto público en inversiones y servicios públicos (como sanidad y otros servicios), financiando tal gasto con un incremento en los impuestos de los sectores más pudientes de la población (que se beneficiaron enormemente de las políticas liberales) y permitiendo un crecimiento del déficit federal hasta alcanzar un 12% del PIB. También un reforzamiento de los sindicatos para aumentar los salarios, un elemento clave de la recuperación de la demanda, tal como hizo Franklin D. Roosevelt con la Ley Wagner que estableció los sindicatos y que la Administración Obama (presionada por las clases populares y por los sindicatos) está expandiendo para facilitar el incremento de los salarios y de la demanda.


En la Unión Europea, sin embargo, bajo un dominio conservador liberal (excepto en España), la respuesta ha sido enormemente insuficiente. El estímulo económico ha sido mucho menor que el aprobado por el Congreso estadounidense; el Pacto de Estabilidad continúa penalizando a aquellos estados que tienen un déficit de más del 3% del PIB, y los gobiernos están proponiendo que los trabajadores congelen sus demandas salariales como manera de salir de la crisis. Todas ellas medidas contrarias a las necesarias en estos momentos en que debieran revertirse las políticas regresivas que causaron la polarización social, responsable de la crisis de entonces y la de ahora.


Vicenç Navarro es Catedrático de Políticas Públicas de la Universidad Pompeu Fabra y profesor de Políticas Públicas en The Johns Hopkins University.

PLAN BOLONIA





Que en estos últimos días el Ministerio de Ciencia e Innovación esté insertando en todos los periódicos una página entera de publicidad para cantar las excelencias del Proceso de Bolonia es ya síntoma de que algo no va bien. Lo que está pasando aquí es que primero las autoridades deciden, luego proclaman la evidencia de lo decidido y finalmente buscan la argumentación ideológica para justificar lo que previamente han decidido que hay que hacer. Pero el procedimiento, no por conocido, es menos perverso.




Viene esto a cuento de la respuesta a la última pregunta del catecismo ministerial: no hay que promover ningún referéndum al respecto porque el Proceso de Bolonia ha sido aprobado por las Cortes con amplio consenso. La argumentación en esto es circular y es perversa.
Es circular, porque ya en la respuesta a la primera pregunta que se hace a sí mismo, como si se la hiciera a los estudiantes, el catecismo ministerial da por supuesta la bondad del Proceso: promover la movilidad de estudiantes y profesores y lograr una universidad europea de calidad. Nadie conoce a nadie en la universidad que haya objetado tan buenos propósitos. Y me imagino que, planteada así la cosa, tampoco había motivos para objetar en las Cortes. Movilidad y calidad: estupendo. Por consiguiente, Fulano Presidente, que se decía por estos pagos no hace mucho. Y por consiguiente tampoco en este caso hará falta referéndum sobre algo acerca de lo cual parece existir un acuerdo universal.Pero además de circular, el argumento ministerial es perverso, porque son ya muchos los presuntos implicados, o sea, los estudiantes universitarios, que dicen que la mejor manera de resolver el conflicto es precisamente el referéndum. Y no sólo lo dicen sino que, encima, en los casos en que tal referéndum se hace, lo están ganando por abrumadora mayoría. Se ha aducido al respecto que son pocos los estudiantes que votan. Y es verdad. Lo que no se dice, pero es igual de verdad, es que los estudiantes universitarios que han votado a las autoridades que ahora les niegan el referéndum son aún menos.


Se puede estar en contra de que haya que resolver el actual conflicto universitario por la vía del referéndum aduciendo razones prácticas o de oportunidad, pero siempre a condición de dar voz a los críticos que, con razón, no se sienten representados en los actuales órganos de gobierno de la Universidad. Eso no es romper las reglas del juego democrático. Es mejorarlas.


Lo peor que puede pasar ahora es que las autoridades se enroquen en su castillo considerando que los críticos, estudiantes y profesores, están desinformados o simplemente tienen ganas de armar lío. Pues esto genera la conocida espiral que lleva directamente al callejón sin salida. Es lo que se está viendo ya en la Universidad Pompeu Fabra, donde las autoridades han hecho entrar cuatro veces a la fuerza pública en dos semanas para desalojar a los protestantes, que, me consta, son en su mayoría personas adultas, informadas, dialogantes y con un sentido del humor que otros quisieran para sí.Otro pésimo síntoma de este enrocarse es que, ante la brutal intervención de la policía en la universidad de Barcelona y en las calles el día 18, las autoridades académicas (y con ellas los dirigentes políticos) parecen estar dando más crédito a las acusaciones de los responsables de la violencia que a las quejas de los representantes de las asambleas estudiantiles, de los estudiantes agredidos y de los profesores que hemos sido testigos directos de esta brutalidad.Me temo que hay al menos cuatro cosas que las autoridades universitarias no quieren ver:


La defensa que están haciendo de la autonomía de las universidades resulta poco creíble cuando, por una parte, se refuerza de hecho el vínculo mercantil de dependencia respecto de las empresas (sin discutir pormenorizadamente la relación) y, por otra, se solicita de la autoridad política la presencia en los campus de las fuerzas del orden para cortar de raíz toda manifestación crítica. Eso va contra una ley no escrita pero consuetudinaria. Y sólo puede traer malestar.No se puede empezar diciendo que el Proceso de Bolonia tiene que hacerse a coste cero y luego gastar el dinero que se está gastando en publicidad. Un cambio estructural y metodológico, que implica más y mejor formación pedagógica del profesorado y más dedicación, no puede hacerse sin coste. Esto lo saben estudiantes, profesores y personal de la administración.


Cuando se inició el Proceso de Bolonia, hace diez años, vivíamos en plena euforia neoliberal. Ahora vivimos en plena crisis económica. La palabra competición, tan querida de los ideólogos del neoliberalismo, ha dejado de tener el efluvio adormecedor que tuvo. Ignorar que hemos entrado en una fase histórica distinta, con tasas de desempleo abrumadoras, y que esto está teniendo ya efectos en las expectativas de los estudiantes universitarios es de una irresponsabilidad manifiesta.


Decir a los estudiantes que, como consecuencia del Proceso de Bolonia, las universidades van a diseñar diferentes vías para compaginar estudio y trabajo es, en las actuales circunstancias, como decir misa. El porcentaje de estudiantes universitarios que tiene que compaginar ya estudio y trabajo no ha hecho más que crecer en los últimos años. Y con completa independencia del Proceso de Bolonia. La articulación del Proceso no hace más que agudizar un problema ya existente. Y la mayoría de los estudiantes de las universidades en que el Proceso está en marcha no ven flexibilidad por ninguna parte. Lo viven como un agobio. Y buena parte del profesorado, también.


Francisco Fernández Buey es Catedrático de Filosofía Política en la Universidad Pompeu Fabra

jueves, 2 de abril de 2009

CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD, ES MERA COINCIDENCIA


Ponemos hoy aquí un artículo del periódico de los compañer@s de Almuñecar(Granada), por si os suena de algo, lo que en el exponen. Por supuesto cualquier parecido con la realidad ( como en las películas) es mera coincidencia, ¿ o nó ?.


Terminaba ayer diciendo que lo grave del tema del Urbanismo de Almuñecar era precisamente el hecho que se hubiera contratado al arquitecto municipal a pesar de las irregularidades y de las incompatibilidades, con pleno conocimiento de dicha Corporación.
Hay que tener en cuenta que a pesar de lo que se ha filtrado entre líneas, el señor Benavides no se opone a su contratación y encargo del Plan de Ordenación del municipio se aprueba por unanimidad, y el nombramiento del arquitecto municipal se hace solo con el voto en contra del señor Francisco Aguado (PCE). (Estas son conclusiones de la Comisión de Encuesta).
Sabido es, por otra parte, que el hombre fuerte del Ayuntamiento de Almuñecar no es el alcalde, sino Juan Carlos Benavides Yanguas y que en dicho Ayuntamiento con la oposición expresa del Sr. Benavides no se contrata a nadie.
A estas alturas imagino que muchos de ustedes se harán la misma pregunta que me hice en su dia. Pase muchas horas dándole vueltas a la cabeza. Había un dato que no cuadraba. Era simplemente irracional ¿Cómo era posible que el Sr. Benavides denunciara públicamente a un arquitecto, poniendo en duda hasta su moralidad profesional, y posteriormente le nombrara arquitecto municipal y le diera el Plan General, y que estos nombramientos se hubieran hecho por unanimidad en un caso y sin su oposición en otro?
Antes de contestar a esta pregunta conviene hacer una serie de disgregaciones de cual ha sido la vía para escamotear las responsabilidades políticas en este tema y pretender reducir todo este asunto a un leve error político, cuya cabeza de turco es el arquitecto municipal exclusivamente.
Ya mediada esta polémica había empezado a oír que todas estas denuncias no eran sino un montaje del sector oficialista del PSOE contra el sector critico. Y dichos rumores empezaron a adquirir una fuerza cuando dicho sector critico –quizás fuera más correcto llamarlo sector urbanístico- ganó el Congreso de Santa Fe. Hay que reconocer que esta inteligente derivación ha conseguido en gran parte reconvertir una increíble situación de intereses políticos y económicos, en una lucha política entre sectores contrapuestos, democracias internas, luchas por los puestos… etc.

ESCUDARSE EN EL SOCIALISMO.

Todo ello no dejaba de hacerme gracia. Ni entraba ni salía en el tema y el hecho de que algún sector del PSOE pudiera utilizar las denuncias efectuadas en contra del otro sector, me era totalmente ajeno. Empecé esta madeja por el tema de las incompatibilidades y la seguí porque no me gusta que nadie se crea con el derecho a pretender ofenderme, cuando no tiene la razón.
He ido citando a cada uno de los intervinientes en esa polémica después de que ellos se manifestaran primero, incluso el Sr. Benavides, que tuvo la desfachatez de negar todo esto y de llamarme algo asi como persona barriobajera y de turbios intereses, sin que yo le hubiera citando tan siquiera. Me llenó también de indignación que personas que mejor hubieran hecho en callar se escuden en el nombre del socialismo para medrar en política y/o económicamente, o que encima se pretenden los defensores de la ética de esta provincia.
Por eso decía que me hacia gracia en mi fuero interno. Para quien están acostumbrados a dejar un lado las convicciones personales a cambio de alguna prebenda política, mi intervención tenia por fuerza que tener alguna razón de este tipo. Ni siquiera han sido capaces de partir de un hecho evidente: y es el de que desconocía casi todo esto cuando escribí mi primer artículo y que solo las contestaciones me obligaron a avanzar.
Llegué fácilmente a una conclusión. Cualquier dirigente político que no hubiera estado implicado en estos hechos, habría reaccionado en forma totalmente distinta: simplemente habría cesado al arquitecto municipal inmediatamente, tal como ahora exige la Comisión de Encuesta.
El hilo que, al parecer, unía la teoría del montaje político conmigo venia dado de que yo tenía ambiciones políticas y pretendía ir en la lista de las elecciones municipales. De ahí el sentido que se le dio a las declaraciones del señor Jara. Verdad es que para ser concejal no necesitaba meterme en esto. Y si tenia mayores ambiciones políticas más cuenta me tenía haberme callado y haber pactado.
Por otra parte, para hacer una cierta carrera política no se necesita últimamente gran cosa. El Sr. Benavides no ha puesto el listón político muy alto que digamos. El más prestigioso de esa ejecutiva, que no tiene nada que ver con esto. Diego Hurtado, ha dimitido. Desde aquí mi reconocimiento a su honestidad, sólo él sabe hasta que punto está sufriendo su corazón de verdadero socialista.
Tengo que añadir que me extraña que otros no hayan hecho lo mismo, y no puedo dejar de citar a Manuel Martín, eximio alcalde de Loja, por aquello de responder por alusiones. Creo que antes de dirigirme el escrito que usted firmó en este mismo periódico debería haberse callado. Cuando dudaba usted de dudosas trayectorias debió de sufrir un lapsus, y quizás tenia al lado al señor Benavides o posiblemente estaba frente a un espejo, y se acordó usted de su época de concejal en los Ayuntamientos franquistas. La próxima vez procure medir sus palabras; de momento prefiero pensar que se ha equivocado.

TRAYECTORIA POLÍTICA
Respecto a la trayectoria política de algunos de ustedes, no me hagan reír. Por desgracia, entre los que realmente llevaron la lucha contra el franquismo en esta provincia, no se encontraban ustedes. Aquella gente no soportaba la más mínima duda sobre la ética política. Eran otros tiempos.
Pero quisiera volver al punto pendiente y dejar estas disgregaciones, aunque creo sirven para enmarcar qué es lo que ha venido sucediendo. Quedaba pendiente la contestación a la pregunta fundamental. ¿Cómo se puede contratar al arquitecto municipal por las mismas personas que lo habían denunciado públicamente y como se ha podido mantener este desmadre durante tanto tiempo?
Pasé días dando vueltas sin entenderlo. Incluso habían salido ya algunas contestaciones y réplicas, y seguía lo mismo.¿Qué relación había entre el señor Millán y el señor Benavides?
Hasta que dia me enteré que uno de los hombres fuertes de la Ejecutiva provincial del PSOE era Luis Daza. A partir de aquí el tinglado era fácil de seguir.
¿Qué había sucedido en el PSOE?
Algunos de los notables del partido, conectados todos con la capital, andaban todos en cargos políticos fuera de la ciudad, preocupados por otros temas, como Maria Izquierdo. Antonio Jara, estaba dedicado en cuerpo y alma al Ayuntamiento de Granada, a hacer posible esa idea de una ciudad que le entra hasta la carne y los huesos en su entrega. La única cabeza clara propuesta por el PSOE local y que la Ejecutiva que encabeza el Sr. Benavides ha pretendido defenestrar. Pepe Vida, siempre entre la realidad y el sueño, a quien podía aplicársele aquello de que por imperativos a la realidad había tenido que convertirse en algo contrario a su naturaleza: un político. Estaban los que habían luchado en el comienzo, los Torres Vela, los Díaz Sol,... etc., y a su dedicación a la política nacional o regional.

EL URBANISMO, PRESA ECONÓMICA

Existía un vacío, los jóvenes aprendices de ejecutivos y los nuevos profesionales de la política, sin demasiados recursos y posibilidades algunos, pero con una ambición desmedida y no sobrados de escrúpulos políticos captaron el olor de la presa.
Los pueblos andaban desamparados y los de la capital no descendían demasiado. La gente más simple tienen su corazoncito y su pequeño orgullo recibido de muchas horas de trabajo al sol y de desplantes. El urbanismo fue la presa económica y a partir de aquí se produjo el poder. Apareció otra figura no menos curiosa y que también resulta ser miembro de la Ejecutiva del Sr. Benavides, y que se llama Joaquín Higueras Muñoz. Otro luchador antifranquista. En 1978 era ácrata de derechas, propia confesión. En 1979 apareció su nombre como candidato a Coalición Democrática. Ni se molestó en desmentirlo.
Podían ir de pueblo en pueblo, ganan dinero cuando van y tienen fácil el verbo y la lisonja. Se inspiran a la vera de las tabernas y se pactan las futuras Diputaciones, las Alcaldías y las Concejalias. Los contratos los da Diputación - realidad- pero suelen hacerse a instancias de los propios Ayuntamientos – realidad oculta-

El urbanismo de la provincia se ha repartido más o menos así:

· Don José Millán Gonzalez: Ha sido arquitecto municipal de Almuñecar y lo sigue siendo de Salobreña. Tiene encargados los siguientes planes generales: Almuñecar y Salobreña, asi como las Normas Subsidiarias de Lujar. El asesor de dichos planes y Normas Subsidiarias es don Luis Daza Ramos.

· Don Francisco Millán Gonzalez: Es arquitecto tambien. Tiene encargado el Plan General de Guadix. El asesor del Plan es don Antonio Tastet Díaz. A su vez, don Antonio Tastet Díaz es asesor de los Ayuntamientos de Salobreña y Almuñecar. En Pinos Puente: tiene encargados dos Planes Parciales y la delimitación de los anejos de Pinos Puente. Se está tramitando una Junta de Compensación a instancias del Ayuntamiento, cuyo arquitecto es Millán y el asesor el Sr. Tastet. Tambien las Normas Subsidiarias, asesor, Luis Daza Ramos-


· Joaquín Higueras Muñoz: Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos... Tambien miembro de la actual Ejecutiva del Sr. Benavides.
Tiene encargado:
En la Zubia: el Plan General
En las Gabias: Normas Subsidiarias
En Cajar: Normas Subsidiarias
En el Valle del Zalabí: Normas Subsidiarias
En Cenes: Normas Subsidiarias
En Nevada: Normas Subsidiarias (Mairena, Laroles, y Picena)
En Cadiar: Delimitación de Suelo
En Montillana: Delimitación de Suelo Urbano
En Benalua de las Villas: Delimitación de Suelo Urbano
En Albondon: Delimitación de Suelo Urbano
Y en los Montes Orientales: Estudio de reconocimiento territorial
El asesor de este ultimo es don Luis Daza Ramos. A su vez este señor es tambien asesor del Plan General de Motril.

Puede haber haber pequeñas diferencias y faltar algún que otro pueblo en esta lista.
Si se incluye a algún otro de la Ejecutiva, se puede decir que dominan el 70 por ciento de la provincia y algunos pueblos que no tienen, ha sido porque no han podido, no porque no se haya intentado. Imaginamos que no hay ninguna correspondencia entre el 70 por ciento de los votos que dicen tener y este otro 70 por ciento del urbanismo.
De esta lista hay que excluir al Sr.Tastet, que no pertenece a la Ejecutiva del Sr. Benavides ni al Partido Socialista, y el que aparezca en algunos pueblos junto con los hermanos Millán es pura coincidencia. Sus asesoramientos a los Ayuntamientos de Almuñecar y Salobreña lo son en virtud de su reconocido prestigio.
Por otra parte, estoy convencido que el Sr. Tastet, como asesor de los Ayuntamientos de Salobreña y Almuñecar, le tiene que resultar tan extraño como a mí que todas las infracciones de IBERBRICK sean legalizables. Incluso las que pueden exceder en volumen y altura, cuando precisamente esos Ayuntamientos han pretendido y pretenden demoler edificios por infracciones de mucho menor calibre que, por lo visto, no son legalizables.

INFRACCIONES LEGALIZADAS

Siempre me he preguntado cómo se ha conseguido legalizar estar infracciones. En cualquier caso, de ahora en adelante no hay que preocuparse. Todo aquel que cometa una infracción no legalizable, deberá acudir a la Comisión de Encuesta que han formado los especialistas y/o expertos, don Antonio Manuel Ramírez y don Juan Hurtado y ellos pueden que les solucionen la forma de legalizarlos. Como este sistema consiga implantarse, teniendo en cuenta que don Juan Hurtado parece que aspira a ser Presidente de la Diputación, con el apoyo del Sr. Benavides esto va a ser un desmadre delicioso. Contratará la Diputación, legalizará la Comisión de Encuesta y no importa que uno sea propietario de sociedades inmobiliarias que ejerzan la actividad en la zona y al mismo tiempo asesor de los Planes de Ordenación. ¡Que se entenderá aquí por el “rearme moral” del que hablaba Felipe Gonzalez.

A uno se le ocurre pensar que si don Juan Hurtado hubiera dictaminado que existen claras responsabilidades políticas, lo que no parece muy dudoso, su ansiada presidencia de la Diputación habría saltado hecha pedazos. Todos estamos seguros de su objetividad. Pero eso de que sea incompatible el Sr. Millán por ser socio de “Iberbrick” y no lo sea el señor Daza que también era socio de “Iberbrick” – dato alucinante que ha probado la comisión de encuesta- resulta algo difícil de entender. El que sea miembro de la Ejecutiva Provincial del Sr. Benavides, seguro que no ha tenido ninguna influencia. Su exculpación política se basa en su propia declaración jurada. Testomio irrefutable y de una imparcialidad aplastante.

La Comisión de Encuesta decía textualmente: “Considerando el hecho de que el Sr. Daza haya tenido acciones de “Iberbrick” durante el periodo de tiempo Octubre 80 a Noviembre 82 no presupone defensa de intereses a favor de la mencionada empresa, ya que, como se deduce de la documentación aportada, sus asesoramientos jurídicos para la redacción del avance del Plan no inciden en circunstancias determinantes de usos del suelo favorables a la promoción de intereses propios por “Iberbrick”.

Hay múltiples testimonios de toda esta polémica de que los Planes de Salobreña y Almuñecar perjudican ostensiblemente los solares de la competencia de “Iberbrick” y benefician directamente las promociones de esta sociedad.

Y este hecho que sirve para recomendar el cese del señor Millán como arquitecto, no supone ningún motivo de culpabilidad en el sr. Daza. Este considerando y las razones por las que al señor Daza no se le considera asesor de su propia empresa, pueden pasar a los anales de la picaresca de las comisiones de encuesta.

Jerónimo Páez

Continuará…..
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