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martes, 24 de noviembre de 2009

DOS INTERESANTES ARTÍCULOS DE OPINIÓN

IZQUIERDA UNIDA. REFUNDAR UNA ESPERANZA



He de afirmar, con humildad pero convencido de lo que digo, que una fuerza política como Izquierda Unida L.V.-C.A no solo es necesaria en el actual contexto político y social, sino que tal vez ahora es cuando más debe demostrar su razón de ser.



Tenemos la obligación moral y la responsabilidad política de convertir a I.U en un instrumento útil para la ciudadanía, en un referente alternativo a las políticas neoliberales (practicadas por PSOE y PP) que sustentadas en un aberrante e inhumano sistema capitalista nos han llevado a la actual situación no solo de crisis económica y financiera, sino también de valores.

Nuestro reto más inmediato está ahora en ponernos al frente de las movilizaciones, junto a los parados, junto a los trabajadores y trabajadoras, junto a los jóvenes, a los inmigrantes, a los sectores mas desfavorecidos, etc.; y ponernos al frente para exigir soluciones y medidas puntuales pero también estructurales ante un modelo de desarrollo económico que ha fracasado estrepitosamente. Soluciones que han de venir acompañadas de verdaderas políticas sociales que sirvan para paliar el drama humano de millones personas y familias, que tras agotar las prestaciones por desempleo, miran desoladas hacia el abismo de la pobreza en pleno siglo XXI.


Y en este sentido es muy importante, convertir la pasividad, la resignación en la que a veces podamos caer, en una gran movilización popular que se mantenga de forma permanente. No debemos olvidar que, jamás a lo largo de la historia ninguna conquista laboral o social se consiguió gracias a la generosidad del poder establecido, siempre por nimia que fuera ésta, ha venido precedida de la lucha y la movilización social.

Paralelamente a esto, en nuestra organización afrontamos con gran ilusión lo que hemos dado en llamar Refundación de Izquierda Unida. Un compromiso asumido por todos y que ha de suponer, entre otras muchas cosas, una profunda autocrítica en positivo para superar viejos errores del pasado, y ha de suponer además, la vuelta a ese proyecto originario de Convocatoria por Andalucía y de Izquierda Unida como verdadero movimiento político y social, que atrajo a millones de ciudadanos de izquierdas.


Por tanto, iniciamos un proceso donde nos lo hemos de replantear todo, donde vamos a abrir nuestra organización a la sociedad y donde hemos de conseguir una amplia Convergencia política y social de la izquierda en este país. Sería absurdo y un tremendo error pensar que estamos solos, que somos los únicos que tenemos las respuestas; fuera de esta organización hay muchos hombres y mujeres que se rebelan contra tanta injusticia y nuestra mano tiene que estar tendida hacia ellos en un plano de igual a igual. En Izquierda Unida no sobra nadie pero si faltan muchas personas válidas. Y algo debe quedar muy claro: cuando hablamos de Convergencia de la izquierda no es una simple estrategia de acumulación de fuerzas en torno a IU, estamos ante un proceso de refundación de la izquierda, estamos construyendo una nueva formación política con todo aquel y aquella que quiera venir a construirla.

Por otro lado, desde la provincia de Sevilla hemos de ser referente en todo el nuevo proceso que se abre en Izquierda Unida. No podemos olvidar que es en Sevilla donde mas implantación social y organizativa tenemos , y donde mayor números de alcaldías y cargos públicos de I.U existen de todo el país. No en vano, somos la segunda fuerza política de la provincia con más presencia municipalista que el PP.

Esta situación estoy convencido no sólo se mantendrá, sino que mejorará porque los ciudadanos van a valorar sin duda quienes están a su lado en estos momentos de tremenda dificultad. Además, se están formando nuevas asambleas de IU en municipios de la provincia y aumentará el número de candidaturas de cara a las elecciones municipales del 2011 .


Vamos con programas elaborados de manera colectiva con los vecinos y con modelos de ciudades, de pueblos, de crecimiento urbanístico, de gestión medioambiental, de transparencia en las políticas de empleo, de desarrollo económico, etc.; claramente diferenciados y alternativos a los que puedan presentar el PP o el PSOE. Además y esto es fundamental, en Sevilla hemos dejado muy claro que nuestros pactos de gobiernos y nuestras alianzas solo se harán con los ciudadanos, con los trabajadores, con los movimientos sociales… La lección por si alguien no la tenía clara está aprendida; en la presente legislatura hemos facilitados gobiernos socialistas en muchas localidades (Sevilla, Osuna, Lebrija, Gines, Cantillana,…), a cambio no hemos recibido el apoyo del PSOE en ningún municipio.

Por lo tanto nuestros acuerdos futuros no pasaran por Pactos Globales con nadie, nuestros acuerdos son y serán solo y exclusivos con nuestros vecinos o sobre la base de programas de izquierdas allí donde nuestras organizaciones lo decidan.

La diferencia tal vez resida en que, mientras desde Izquierda Unida queremos acceder al poder para aportar nuestro granito de arena en la transformación de esta sociedad, otros tal vez anhelan el poder para ocupar cargos y salvaguardar privilegios.


Manuel Gutiérrez Arregui. Coordinador Provincial Izquierda Unida L.V.-V.A Sevilla.



MAR DE FONDO


Hace años tuve una experiencia terrible con el mar. Acababa de llegar a la playa en uno de esos días calurosos del verano. El agua tenía un prometedor color azul y estaba en calma.



Sin pensarlo, entré en ese océano que hasta ese día había considerado amigo, con el ansia de la primera vez de cada verano. Me sumergí con decisión y di unas cuantas brazadas en dirección al horizonte.



Cuando volví la cabeza comprobé que me encontraba a muchos metros de la playa. Intenté regresar, pero una corriente oculta me arrastraba hacia dentro. Después de muchos esfuerzos conseguí volver a la arena pero ya nunca he vuelto a mirar el mar con los mismos ojos.



Me explicaron que ese día había mar de fondo y que una lejana bandera solitaria lo advertía. Sin embargo, se evaporó la ingenua confianza que adquirí en la niñez y desde entonces miro sus aguas con el recelo de una amante engañada.

Siento algo parecido a esta marea profunda cada mañana cuando oigo las noticias o escucho conversaciones de personas que gritan en las que no importan los razonamientos, los matices, o la verdad sino una suma de juicios sumarísimos sin apelación.

Es muy difícil, por ejemplo, convencer a alguien de que el sistema educativo no es un lugar de violencia, de fracaso y de decepción. No importa que sustentes esta opinión con experiencias, con datos y con razones. Reconocerán las excepciones, pero ya han juzgado y sentenciado el sistema en su conjunto, a los jóvenes en su totalidad y el veredicto es orden y autoridad, a secas.


Ni qué decir tiene la dificultad de debatir sobre temas más espinosos. Demostrar que los delincuentes no entran por una puerta y salen por otra, es misión imposible. Afirmar que hay más presos y menor delincuencia que en la mayor parte de los países desarrollados parece una ficción, aunque sea la verdad más fácil de comprobar. Y no digamos ya de los impuestos. Te mirarán con extrañeza si afirmas que en nuestro país se pagan menos impuestos que en la mayor parte de Europa, aunque el que te contradiga defraude el IVA y declare la mitad de sus ganancias a Hacienda.

Se ha puesto de peligrosa moda convertir a las víctimas en legisladores y a sus familiares en "gobiernos en la sombra" que lo mismo imponen cadenas perpetuas que aconsejan negociaciones vergonzosas con secuestradores. Se preguntan obviedades y lugares comunes a los ciudadanos y se sugieren las soluciones más fáciles y arbitrarias. Son ya legión los ciudadanos que, como los taxistas, "arreglarían los problemas en cinco minutos, si los dejaran", con mucha autoridad y sin comunidades autónomas.


No nos engañemos. No gritan las personas realmente afectadas por la crisis; las que se han quedado sin trabajo; las que apenas llegan a final de mes; las contratadas bajo cuerda; las que han perdido derechos; las que no pueden pagar su vivienda... Ojalá pusieran sus problemas reales sobre la mesa. Pero no. Gritan más los que no han perdido nada en esta crisis, los que han ahorrado y han cambiado de coche gracias a la caída de los precios y del dinero. No despotrican de los bancos, de los especuladores, de los que se aprovechan del sufrimiento ajeno, sino de lo público y lo político en su sentido más amplio.

No es que intenten derrotar al Gobierno. Eso es lo de menos. Ojalá subiera una crítica fundada y alternativa a su política. Pero, la respuesta populista a las grandes crisis económicas ha sido, históricamente, el autoritarismo. Éste no llega con anuncios luminosos, no se presenta como tal a las elecciones. Es una marea soterrada que arrastra voluntades, adormece el raciocinio, desarma con su aparente calma al que se opone y te arrastra hacia el abismo del miedo y la desconfianza social.


No estaría mal levantar unas cuantas banderas de alerta en esta playa para que nos advirtieran del peligroso mar de fondo. Y algo de esperanza.

CONCHA CABALLERO

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